Para nada: al contrario. Darnos placer a nosotros mismos, no solo es una gran forma de conocernos a nosotros mismos y quitarnos tensiones acumuladas, si no también una buena forma de ayudarnos en nuestras relaciones íntimas con un compañero.
Esto es porque, cuando nadie nos ve, nos atrevemos a ser nosotros mismos, sin inhibiciones ni vergüenzas. Entonces nos encontramos con lo que nos gusta o nos hace sentir mejor, lo cual, habitualmente, transmitimos a nuestro compañero de sábanas, lo que implica que puede ser un complemento valioso para mejorar nuestras actitudes amatorias.
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