Cuando alguien piensa en rentabilizar sus ahorros, lo primero que le viene a la cabeza es Invertir en Bolsa y no va mal encaminado.
La inversión en bolsa es apasionante y es sin duda también una de las vías más interesantes para hacer crecer el dinero.
Los que no conocen bien este mundillo pueden llegar a pensar que la bolsa es como un casino y sin embargo están totalmente equivocados.
Invertir en un mercado cotizado es relativamente fácil. Basta teclear ‘empresas cotizadas’ en internet y en dos segundos puedes identificar quién cotiza, a cómo, y cómo ha sido su pasado histórico. Si lo tienes claro, puedes hacer una llamada a tu banco (o hacerlo tú mismo) y comprar acciones. Sencillo, no necesitas saber mucho más.
Esto no es posible con una empresa no cotizada. Si no cotiza, ¿cómo sé que el socio de una empresa estaría dispuesto a venderme las acciones? ¿O quién estaría dispuesto a hacer una ampliación de capital —aumentar el número de acciones de la empresa— para que yo tenga acciones? En realidad no lo sabes. Sólo si estás muy apegado en el ecosistema empresarial, conoces a muchas empresas y tienes contacto directo con ellas, podrías explorar, al menos, esta posibilidad. El trabajo de invertir en una empresa no cotizada requiere tiempo. Y, lo primero, identificarlas. Esto, puede durar meses, muchos meses.
Uno de los valores que está cogiendo fuerza en el invertir en la curación del cáncer , un valor siempre rentable.
El cáncer constituye a día de hoy la segunda causa de muerte en el mundo. El tratamiento de la enfermedad está progresando, mediante el desarrollo de nuevas tecnologías, en particular para diagnosticar el cáncer en una etapa cada vez más temprana.
Este mercado está controlado principalmente por las grandes farmacéuticas, algo por otro lado lógico teniendo en cuenta que, la oncología es una de las áreas más caras para desarrollar nuevas terapias.
El verdadero desafío se encuentra en mejorar los tratamientos. Si bien el diagnóstico ha evolucionado, el tratamiento también ha experimentado grandes avances desde que aparecieron las primeras quimioterapias en la década de 1940. Gracias a los avances en la investigación, los tratamientos con fármacos y radioterapia se han vuelto cada vez más precisos.
La innovación es necesaria para poder reaccionar a la crisis sanitaria en la que nos encontramos. Y creemos que la inversión en salud, en más investigación y en tecnologías relacionada con el sector sanitario aumentará considerablemente.
Al final, el coste de esta inversión es mucho menor que el coste masivo de cerrar nuestras economías.
La investigación es sinónimo de progreso. Nuestro sistema debe ser capaz de adaptarse a las profundas transformaciones en la sociedad que se presentan cada día ante nuestros ojos. Sin duda, la tecnología marcará la diferencia entre los sistemas sanitarios de vanguardia y los que han perdido la oportunidad de adaptarse a un mundo en constante cambio y mejorar la vida de los ciudadanos.
A pesar de la corrección que estamos sufriendo en el mercado, podemos encontrar grandes empresas que tienen muchísima fuerza relativa y que pueden ser las primeras en recuperarse una vez que los inversores institucionales vuelvan a la carga.