jueves, 24 de julio de 2025

Aspectos clave para realizar un viaje seguro con o sin bata

**VÍA: https://profesionales.msd.es/recursos/articulos/divulgativos/aspectos-clave-para-realizar-un-viaje-seguro-con-o-sin-bata/


 Si un profesional sanitario desea viajar o atiende a pacientes que planean desplazarse a otros lugares, hay ciertos aspectos clave que no debe pasar por alto, desde la vacunación y la conservación adecuada de la medicación hasta la prevención de alergias y enfermedades infecciosas.

Los riesgos de viajar varían en función del perfil sanitario del viajero, el trayecto, los lugares de tránsito y el destino. Para obtener información y desplazarse de la manera más segura existen recursos públicos fiables que permiten resolver dudas y actuar de la mejor manera posible.

Planificación de viaje

Durante la etapa de planificación resulta importante recopilar información sobre los peligros potenciales para la salud que se pueden encontrar, desde si hay que ponerse vacunas hasta qué medicación conviene llevar o cuáles serán los riesgos alimentarios.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) proporciona información actualizada sobre los riesgos de enfermedades infecciosas y los requisitos de vacunación, así como enlaces a fuentes adicionales1. Por su parte, el Ministerio de Sanidad ofrece datos sobre el clima y la situación epidemiológica, normas sobre medicamentos y recomendaciones alimentarias de todos los países del mundo2.

En cualquier caso, se recomienda realizar una consulta médica previa entre 4 y 8 semanas antes de la salida para valorar cuáles deben ser las medidas preventivas adecuadas3.

Documentación necesaria

Más allá del pasaporte, el viajero necesita llevar consigo documentación médica básica:

  • Tarjeta sanitaria europea, si viaja por países de la Unión Europea (UE).
  • Seguro médico privado con cobertura internacional para salir de Europa.
  • Certificado internacional de vacunación, si procede.

El Ministerio de Sanidad aconseja pedir información sobre los posibles convenios recíprocos en materia de asistencia sanitaria entre el país de residencia y los de destino, así como contratar un seguro médico especial si se viaja a lugares donde los riesgos son altos y la asistencia médica es costosa o no fácilmente accesible4.

Posibles vacunas

El Grupo de Trabajo de Vacunas del Viajero de la Asociación Española de Vacunología (AEV) ha elaborado documentos organizados por enfermedades con medidas preventivas y las vacunas disponibles para ellas5.

También existe un servicio oficial para pedir citas en línea en el que cada persona indica sus datos, características físicas y otras circunstancias personales necesarias para valorar qué vacunas y antipalúdicos se debe poner6.

Por su parte, la OMS registra cada semana información sobre casos y brotes de enfermedades transmisibles de importancia para la salud pública, incluidas las emergentes o reemergentes7, y ofrece recomendaciones de inmunización8.

Normas sobre medicación

A la hora de transportar fármacos en avión es imprescindible que vayan en su envase original y llevar encima la receta médica. En algunos casos resulta imprescindible disponer de un informe clínico traducido al inglés, sobre todo si se trata de psicotrópicos o de opioides, debido a que algunos países poseen normativas muy estrictas para permitir la entrada con determinados medicamentos9.

Hay que tener en cuenta si:

  • Requieren refrigeración.
  • Tienen riesgo de interacción con vacunas o con alimentos del país de destino.
  • Se degradan con la temperatura o la humedad.

Una buena práctica es preparar un botiquín básico personalizado en función de las patologías previas y de las situaciones que se pueden dar10.

Enfermedades respiratorias

El viajero que sufra una enfermedad crónica debe llevar consigo la medicación necesaria para todo el tiempo que dure el viaje. Para evitar incidencias por pérdidas o robos, conviene que incluya duplicados en el equipaje facturado.

Asimismo, deberá poseer el nombre y los datos de contacto de su médico, su situación y su tratamiento, los detalles sobre la medicación (incluidos los nombres genéricos) y las dosis prescritas. Una buena opción es disponer de esta información en formato electrónico.

También es necesario que porte un informe médico que certifique su necesidad de utilizar medicamentos o material sanitario, por si se lo solicitan oficiales de aduanas o personal de seguridad4.

No todos los peligros son infecciosos

Otros riesgos sanitarios medioambientales son:

  • Aumento brusco de altitud, que puede generar hipoxia y está contraindicado para diversas afecciones.
  • Cambios bruscos de temperatura y humedad, que provocan golpes de calor.
  • Radiación ultravioleta.
  • Reacciones cutáneas a ciertos medicamentos.
  • Agua y alimentos contaminados.
  • Seres vivos que transmiten enfermedades6.

Consejos especiales para los sanitarios

Médicos y enfermeras que se desplacen por motivos laborales deben tener en cuenta algunos factores adicionales:

  • Verificar si el lugar requiere visado laboral sanitario, especialmente si atenderán a pacientes.
  • Vacunas profesionales obligatorias o recomendadas que sean distintas de las que necesita un turista convencional.
  • Evaluar el entorno laboral y de seguridad, sobre todo si viajan por motivos de cooperación internacional o a zonas en conflicto11.

En muchos casos es recomendable contactar con instituciones y ONG que ya operen en la zona para recibir información actualizada12, recursos de apoyo y consejos13.

Atención al regresar

Algunas enfermedades no se manifiestan de manera inmediata. Si una persona se siente mal y ha realizado un viaje a una zona tropical o a un país en vías de desarrollo en los 12 meses previos, deberá comunicárselo al médico que la atienda para:

  • Evaluar signos de parasitosis o enfermedades tropicales tardías.
  • Considerar serologías o pruebas si ha habido exposiciones de riesgo.

lunes, 7 de julio de 2025

Ensayos clínicos

 Los ensayos clínicos son estudios científicos realizados en seres humanos con el objetivo de evaluar la seguridad, eficacia y efectos secundarios de tratamientos médicos, intervenciones quirúrgicas, dispositivos o vacunas. Representan la etapa final de una larga cadena de investigación que comienza en el laboratorio y pasa por estudios preclínicos en modelos animales antes de ser probados en personas. Sin ellos, los avances médicos que hoy damos por sentados —como antibióticos, vacunas, terapias contra el cáncer o fármacos para enfermedades crónicas— no serían posibles.

¿Qué tipos de ensayos clínicos existen?

Los ensayos clínicos se clasifican según su objetivo y diseño. Los más comunes son los que evalúan nuevos fármacos o combinaciones de medicamentos, pero también hay ensayos sobre procedimientos quirúrgicos, cambios en el estilo de vida, tratamientos psicológicos, e incluso tecnologías médicas.

Existen cuatro fases principales en el desarrollo de un ensayo clínico de medicamentos:

  • Fase I: Se prueba por primera vez en humanos, generalmente en un grupo pequeño de voluntarios sanos, para evaluar su seguridad, dosificación y efectos secundarios.

  • Fase II: Se amplía el grupo de participantes, generalmente pacientes con la enfermedad en cuestión, para seguir evaluando la seguridad y empezar a medir la eficacia.

  • Fase III: Implica a cientos o miles de personas. Se compara el nuevo tratamiento con el tratamiento estándar o con un placebo, en un diseño controlado y aleatorizado. Si los resultados son positivos, el medicamento puede ser aprobado por agencias reguladoras como la FDA (Estados Unidos) o la EMA (Unión Europea).

  • Fase IV: Se realiza después de la aprobación del tratamiento. Sirve para vigilar sus efectos a largo plazo, eficacia en poblaciones más amplias y posibles reacciones adversas raras.

¿Por qué son tan importantes?

Los ensayos clínicos son imprescindibles para garantizar que los tratamientos médicos sean seguros y funcionen como se espera. Sin esta fase, no podríamos saber con certeza si un medicamento es más beneficioso que dañino, o si funciona mejor que las opciones ya disponibles.

Además, los ensayos clínicos promueven una medicina basada en la evidencia, es decir, fundamentada en datos científicos y no en intuiciones, suposiciones o experiencias individuales.

¿Quién puede participar?

Las personas que participan en ensayos clínicos se conocen como voluntarios. Pueden ser personas sanas o pacientes con una determinada enfermedad, dependiendo del estudio. Participar en un ensayo clínico es completamente voluntario y requiere un consentimiento informado, es decir, una explicación clara y completa del propósito del estudio, sus riesgos y beneficios potenciales.

Muchas personas deciden participar por altruismo —ayudar a avanzar en la ciencia y beneficiar a futuros pacientes—, mientras que otras lo hacen con la esperanza de acceder a tratamientos innovadores que aún no están disponibles para el público.

Consideraciones éticas y reguladoras

Dado que implican la salud de seres humanos, los ensayos clínicos están regulados por normativas estrictas tanto a nivel nacional como internacional. Comités de ética independientes y organismos gubernamentales revisan cada protocolo antes de su aprobación. Además, existen principios éticos fundamentales recogidos en documentos como la Declaración de Helsinki, que establecen el respeto por la dignidad humana, la autonomía del paciente y la necesidad de minimizar riesgos.

Los ensayos clínicos son una piedra angular en la evolución de la medicina moderna. Gracias a ellos, podemos contar con tratamientos cada vez más eficaces, seguros y adaptados a las necesidades de los pacientes. Aunque implican un proceso largo, costoso y complejo, su papel en la mejora de la salud global es insustituible. Participar en un ensayo clínico, ya sea como investigador o voluntario, es contribuir de forma directa al avance del conocimiento y a la esperanza de una vida mejor para millones de personas.

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